TUS HIJOS NO SON VOS

Las mujeres, por tener el privilegio de llevar a ese nuevo ser durante nueve meses en el vientre, muchas veces depositamos el sentido de nuestra vida en la maternidad.

Ponemos toda nuestra energía, nuestro amor, nuestra atención, y muchas veces sin querer, proyectamos nuestros sueños, miedos, frustraciones e ilusiones, en ese niño/a que va creciendo. 

Con la mejor de las intenciones, los vamos educando según distintos criterios: "yo quiero darle lo mismo que me dieron a mi", "yo no quiero que pase lo que yo pasé"...

Así ellos, se van convirtiendo en un chivo expiatorio, en un espejo en el que nos vemos, o en la posibilidad de cumplir aquel objetivo que no pudimos por diversas razones.

Vamos trazando el mapa de sus destinos, hasta que llega el día que se dan cuenta que tienen alas y vuelan...

Ahí sobreviene una sensación de vacío, de sin sentido, de pérdida y de temor.

Ese/a pequeño/a ya decide solo/a, tiene su propio camino y de golpe te dice "gracias mamá, pero yo puedo".

Nos duele el silencio en la casa, ya no hay ropa tirada por el piso, ni placard que acomodar. La tabla de planchar disminuyó en volumen y no tenemos con quién pelear por las llegadas tarde, ni los exámenes no aprobados.

El mejor consejo que te puedo dar es "crea tu propia vida". No hagas que tu tiempo y tu historia dependan de tus hijos, ellos no nacieron para llenar ningún hueco, ni para ser lo que vos querías ser. 
Ellos van a elegir qué carrera hacer, con quién vivir y hasta cómo desarrollar su sexualidad.

Al igual que vos, tienen que transitar un camino individual de aprendizaje propio.

Inculcarles subliminalmente o con gestos y frases que, son el sentido de tu vida, es cargarlos con la pesada cruz de ser responsables de tu alegría y paz.

Tienen que saber que pueden volar libres, que vos siempre vas a estar en casa esperando su visita, pero no podes seguirlos en su ruta.

Procúrales la certeza de que estas bien, que podes vivir tu vida, que tenes tus proyectos y que habrá momentos, en los que se sentarán a compartir anécdotas, viajes, historias, etc., pero cada uno desde su propia realidad.