CUANDO DE SER VÍCTIMAS, NOS CONVERTIMOS EN VICTIMARIOS




Tal como dice el nombre del Blog: SER FELIZ ES UNA DECISIÓN.
He notado a lo largo de los años que existe mucha gente (incluida la que subscribe, en el pasado) que parece sentir cierto placer en participar a todo el mundo de sus "tragedias amorosas". 
Hoy en día, en que casi todos nos movemos en las Redes Sociales, puede verse un centenar de "Estados" en donde las personas expresan el dolor causado por alguien que no las valoró, que se les burló, que las traicionó, que las trató como trapo de piso o lavarropas. 
Miles de fotos con frases que pretendiendo ser metafísicas no dejan de mostrar un profundo resentimiento en contra del sexo opuesto. Millones de videos en donde la letra siempre habla de engaños, desamores, desilusiones, despecho, abandono y en donde la música, inevitablemente, lleva a llorar un mar de lágrimas y pensar ¡cómo sufre este/a pobre infelíz!

Ahora bien ¿qué se busca con todo ésto?, ¿que todas las personas nos palmeen la espalda?, ¿que tengan a mano un pañuelo para enjugarnos el rostro?, ¿ganar en el concurso de ver quién sufrió más o quién vivió la historia más triste y desgarradora de amor?, ¿que esa persona que todavía es nuestro contacto porque no tuvimos el valor de eliminar, vea todo eso y vuelva arrepentida? 
Es cierto, nos engañaron, nos trataron mal, nos abandonaron, nos dijeron que ya no nos amaban, nos cambiaron por otra persona, nos contaron el cuento del tío, nos manipularon al punto de que pensáramos que éramos lo peor del universo.  
Lamento decir que una persona que hizo daño a conciencia, no siente culpa. No hay foto, video o anuncio de suicidio que le haga cambiar su forma de ser.

La realidad es que la relación se terminó y no hay vuelta atrás.
Pero ¿cuánto tiempo dura un duelo? ¿3 meses? ¿7 meses? ¿8 años?
Si de modo sistemático volvemos una y otra vez sobre el charco de barro y nos remojamos diariamente en esos hechos desafortunados, los que estamos "eligiendo" sufrir, somos nosotros.
Nadie nos obliga a pensar todo el tiempo en lo que pasó, nadie nos pone un arma en la cabeza para elegir justo las canciones que nos hacen llorar más, nadie nos empuja a dar tal muestra de indignidad frente a los otros.
Si, de indignidad, porque si nos trataron como nos trataron, al menos conservemos la dignidad de no dar lástima, de no parecer unas pobres personas muertas en vida. 
¿A qué hombre le va a interesar una mujer que todo el tiempo dice que los hombres son una porquería, o a qué mujer le va a interesar un hombre que piensa que son todas unas locas o atorrantes? 
Ser una persona despechada eternamente solamente logra alejar al resto del mundo.
Hay que hacer el duelo, eso es sano, pero quedarse en el velatorio de nuestro corazón tiene algo de masoquismo. 
De ser víctimas de otra persona, pasamos a ser nuestros propios victimarios. 
En lugar de seguir adelante y vivir, de creer que la próxima vez va a ser distinto, nos apuñalamos el alma, nos ahorcamos la fe, nos pegamos un tiro en la esperanza y asesinamos el amor que hay dentro nuestro. 
A tal punto somos nuestros propios verdugos que en muchos casos esa decisión de no soltar el pasado se transforma en una enfermedad psicosomática.

¿Vamos a seguir siendo víctimas? 
Dejemos que la vida siga su curso, que cada uno coseche lo que sembró, pero nosotros ¡sigamos sembrando bien! porque a la larga esos frutos se recogen. 
Y me podrás preguntar (como lo hice yo, conmigo) ¿qué sembré para cosechar lo que coseché? ...pero eso es tema de otra nota...

Ser feliz es una decisión, Ser infeliz, TAMBIÉN.

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